Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota
"Hay una historia oficial del rock nacional que se ha escrito desde Buenos Aires. Pero en La Plata o en Rosario, ciudades de clase media urbana, estaban pasando a fines de los sesenta cosas importantes" Carlos Solari.
Lo cierto es que el primer contacto musical de importancia entre el Indio y Skay ocurrió en La Plata. El Indio pasó a ocupar un departamento en City Bell. "Era una época en la que escuchábamos mucho a Frank Zappa y leíamos mucho a Gurdieff", recuerda Poli. Una época en que algunos, frente al auge de las guerrillas, enarbolaban ideales pacifistas y no por ello ingenuos o blandos. De aquellas sesiones surgieron los primeros temas, muchos que luego se volverían famosos.
"Los roles no estaban tan claros, éramos como quince allí arriba". Sus esporádicos shows en el teatro Lozano de La Plata eran denominados, lisa y llanamente, "lozanazos".
"Patricio Rey llega a Salta", tituló el periódico local El Intransigente. Se definía allí a la banda como "un grupo de universitarios platenses que hacen música en sus ratos de ocio".
Ahora bien, en los primeros tiempos de los Redonditos, los recitales eran espectáculos visuales donde la puesta en escena era primordial. Había payasos, anunciadores, chicas ligeras de ropas (Monona y María Isabel), anunciadores, una imitadora de Carmen Miranda (Cecilia "Solita") y hasta gallinas sueltas. "De toda esa barra de La Plata que comenzó con esto, hubo algunos más testarudos que otros", ha dicho Poli. "Los cómicos, las chicas, los anunciadores... en fin, todos ellos fueron quedando en el camino, tal vez por mantener a través de los años una producción independiente. Y también porque el público se empezó a poner más inquieto durante los baches en que la banda no tocaba. La gente pedía que esos personajes dejaran la escena para que siguiera el rock'n roll".
También hubo en esos primeros años un incesante desfile de instrumentistas. Como baterista solía estar Migoya. Como guitarrista llegó a pasar por las filas ricoteras Gabriel "Conejo" Jolivet, futuro líder de Dulces 16.
ESPECIAL PARA LA REBELISTA
(por Jorge Senno)
Hace un año y medio atrás para las fiestas del 2000. Yo venía de una zapada en Luján en donde tengo un alumno y tenía que ir a una quinta en Matheu a pasar la Nochebuena con mis viejos. La cuestión es que había sido una velada gratísima de Blues y festejos, y luego me equivoqué al agarrar la ruta de vuelta. Cuando ya había pagado como 5 mangos de peaje y en franca dirección hacia la provincia de La Pampa llegué a la conclusión de que andábamos por cualquier lado.
El tema es que tenía que agarrar una ruta que pasa por Pilar y llega hasta Luján y casualmente es la Ruta provincial 25 pero no la del tema que habla de la Patagonia.
Pilar, territorio de barrios privados, Escobar zona de Countrys también y en el medio un lugar llamado Villa Rosa ultima parada de un ramal que sale de Retiro (algo parecido al Finisterre ricotero) todo mal. Sabía que si me agaraba esa barrera (ya era de noche) iba a terminar como Irma Jusid según Capusoto. Cuando estaba llegando a duras penas a través de una ruta destrozada, pum, cae la barrera. A mi derecha había una banda de unos 20 pibes en la puerta de un mercadito de coreanos golpeando un Fitito a modo de caja de ritmos y cantando a voz de cuello:
El futuro llegó hace rato
todo un palo, ya lo ves
veamoslo un poco con tus ojos
el futuro ya llegó. El otro día un amigo me decía que el público que sigue a los Redondos no entiende un carajo lo que dicen... Entonces le conté esta anécdota.
Jorge Senno
No voy en trenes
no tengo donde ir
algo me late, y no es mi corazón
como no sentirme así
si ese perro sigue allí
que podría ser peor, eso no me arregla El futuro llegó hace rato
todo un palo, ya lo ves llegó como vos no lo esperabas
el futuro ya llegó Señala el Indio Solari que recién debería hablarse de los definitivos Redonditos de Ricota a partir de su primer afincamiento en Buenos Aires. "A partir de ahí es cuando empieza a pasar algo. Antes éramos más como un grupo de amigos". La radicación en Capital Federal ocurrió alrededor de 1978. Antes el Indio volvió a Valeria, y Poli y Skay fueron al Chaco, a trabajar en la cosecha del poroto. Años nómades, sin duda. Según Solari, "nos hemos mudado infinidad de veces, hemos vivido alternativamente en el campo y en la ciudad, hemos sido tipos de abandonar departamentos enteros, con cosas adentro, que enseguida vienen los amigos y se las llevan, por el gusto de hacer experiencias significativas". De hecho, el desembarco en Buenos Aires fue bastante paulatino. Tras una primera y breve experiencia, entre 1979 y 1980 volvieron a mudarse a la costa atlántica (Skay y Poli en Mar del Plata, el Indio en su Valeria del Mar), en 1981 regresaron por un corto tiempo a La Plata, y recién para 1982 adoptaron la Capital como firme base de operaciones. Hacia 1979 el prestigio del grupo estaba creciendo y comenzaron a aparecer, en pequeñas revistas, las primeras menciones, los primeros comentarios. Fue en febrero de ese año, en la prestigiosa Expreso Imaginario, que el periodista Claudio Kleiman tuvo el privilegio de recoger las únicas declaraciones a la prensa que hiciera hasta hoy el mítico Patricio Rey. Decía allí: "La transferencia de la idea sólo es posible con la participación en el acontecimiento. Lo único útil para comprender es participar. Les aconsejo dejar su vocación periodística en las boleterías para perder la forma humana de la manera más adecuada". Los primeros ensayos del grupo en la ciudad de Buenos Aires tuvieron lugar en una vieja sala ubicada en la esquina de Callao y Rivadavia, pleno barrio de Congreso. Su primer recital porteño, allá por el '78, fue en Centro de Artes y Música (ex Periscopio) de la calle Cerrito al 200. Como de costumbre, el Doce repartió entre la concurrencia redonditos de ricota, aunque ahora bajo el alias del Sultán Mumificante, y también debutó formalmente el Ballet Ricotero, ensamble coreográfico femenino bajo vestuario del Mono Cohen. Los dueños del local vieron el show y sintieron que semejante carnaval era tal vez demasiado para esos años de miedo. Al enterarse Poli de que la segunda función sería suspendida, se parapetó en la puerta del local con un cartelón cruzado por la leyenda "Patricio Rey prohibido". A esta altura, mucho más que una manager, Poli se había convertido en la "ingeniera psíquica" de la banda, en la "hechicera", en la "9 mm", en la "public relations". Cuatro muchachos que editaban como podían una revista subte llamada La Ballena se acercaron solidarios a Poli y acabaron organizando un show reivindicativo en la sala Monserrat. ¿Los jóvenes? Jorge Dorio, Jorge Nacer, Gustavo Noya y Roberto Pettinato. Alrededor de la célula madre del grupo (Skay, el Indio, Poli) seguía orbitando un elenco variable. A veces regresaban los viejos amigos, como Veme, Fenton o el baterista Tzocneh (otro ex Cofradía), a veces la cosa se ponía rockera y tocaban Marcelo Puchi y León "el blusero", a veces subían actores como Robertino Granados o Betty Kauffman (con su parodia de "Cabaret"), y a veces incluso se sumaban invitados fugaces como el mismísimo Horacio Fontova, el guitarrista Pato, el bajista D'Aloisio o el baterista Diego Rodríguez, ex integrante en Francia de la agrupación Miguel Abuelo et Nada. Sala capitalina más frecuentada en esos tardíos años setenta: el teatro Margarita Xirgu de San Telmo. Temas que estrenaban por entonces: "Mejor no hablar de ciertas cosas" (después grabado por Sumo), "Quemá el cielo", "Rock del país", "Kriminal mambo", "Para Monona Blues" o "La vaca cubana". Si hubo un año en que los Redondos se establecieron en Buenos Aires, ese fue 1982. Por un lado, el Indio consiguió un trabajo estable en un Hogar de Niños. Por el otro, un pequeño sello independiente administrado por Marcelo Morano y Fernando Basabru les ofreció grabar un demo con vistas a un hipotético elepé. La grabación tuvo lugar en los estudios de la RCA. El disco nunca salió pero el demo ("Mariposa Pontiac", "Superlógico", "Nene, nena", "Pura suerte") sonó con insistencia y buena repercusión en varias radios, sobre todo en la vieja FM Del Plata. Eran los últimos años de la dictadura militar y un nuevo underground estaba despuntando. A su manera, los Redonditos se alinearon en esa escena. En sus shows de entonces, por ejemplo, solían subir como invitados Celeste Carballo, Daniel Melingo o las Bay Biscuits (Viviana Tellas, Fabiana Cantilo, Isabel de Sebastián). También con frecuencia el periodista Enrique Symns trepaba al escenario y lanzaba sus monólogos malditos y febriles. Entre aquellos que rodeaban al "trío que tira del sulky" hacia 1982 cabe mencionar a Alejandro Pensa (batería), al fiel Semilla Bucciarelli (bajo), a un futuro Los Twist como Gonzo Palacios (saxo), a un ex Nito Mestre y los Desconocidos como Rodolfo Gorosito (guitarra), y a su mujer Laura Hutton en coros. Mientras sonaba "Golpe de suerte", "Vamos las bandas", "Cua cua amén" y otros estrenos del momento, la ex compinche de aventuras de Miguel Abuelo, la bailarina y actriz Krisha Bodgan, encabezaba un extraño ballet donde también hacían de las suyas las hermanas Claudia y Marcia Schwartz (pintora). Tras el debut de esta nueva troupe en el teatro Bambalinas, el espectáculo recorrió el pub Zero y la Esquina del Sol. No llenaban estadios los Redonditos, pero su público era de una fidelidad conmovedora. "Ir a misa", en aquel ambiente rockero, quería decir ir a los recitales de Patricio Rey. "Solos y de noche" fue desde siempre uno de los lemas del Indio Solari. Esto quiere decir que al cantante de los Redondos nunca le terminaron de convencer los festivales ni tampoco los recitales a la luz del sol. Una vez, no obstante, Solari hizo una excepción por una noble causa. Se trató del festival Pan Caliente, celebrado para colaborar económicamente con la revista alternativa que dirigía Jorge Pistocchi. Corría 1982 y el festival sirvió doblemente para bienvenir a aquellos músicos que volvían del exilio (Nebbia, Abuelo) como para poner bajo la consideración de un público importante todas esas nuevas propuestas que venían gestándose casi en secreto, especialmente los por entonces ignotos Alejandro Lerner, Celeste Carballo, Los Abuelos de la Nada y los Redonditos de Ricota. Un año después, durante la campaña electoral previa al triunfo de Alfonsín, los Redondos participaron de un concierto colectivo en Parque Lezama, en apoyo a la candidatura a diputado "por los derechos humanos" de Augusto Conte (Democracia Cristiana), aunque esta vez fue Skay quien llevó la voz cantante por aquello del lema del Indio. Y un par de meses más tarde, ya consagrada ganadora la fórmula Alfonsín-Martínez, los Redonditos coparon el teatro Bambalinas. Era la noche del 9 de diciembre, víspera del regreso a la democracia. A pocos metros, en la Plaza de Mayo, Madres, Abuelas y otras organizaciones de derechos humanos preparaban sus pancartas y banderas. Esa noche, en San Telmo, tras los monólogos del Mufercho y de Symns, la bailarina Monona pisó las tablas toda vestida de militar, lentamente empezó a quitarse la ropa y terminó desnuda, enseñando un cuerpo todo pintado de oro.
Lo cierto es que el primer contacto musical de importancia entre el Indio y Skay ocurrió en La Plata. El Indio pasó a ocupar un departamento en City Bell. "Era una época en la que escuchábamos mucho a Frank Zappa y leíamos mucho a Gurdieff", recuerda Poli. Una época en que algunos, frente al auge de las guerrillas, enarbolaban ideales pacifistas y no por ello ingenuos o blandos. De aquellas sesiones surgieron los primeros temas, muchos que luego se volverían famosos.
"Los roles no estaban tan claros, éramos como quince allí arriba". Sus esporádicos shows en el teatro Lozano de La Plata eran denominados, lisa y llanamente, "lozanazos".
"Patricio Rey llega a Salta", tituló el periódico local El Intransigente. Se definía allí a la banda como "un grupo de universitarios platenses que hacen música en sus ratos de ocio".
Actuacion de los Redonditos. foto: Revista Pelo 2da epoca. |
Ahora bien, en los primeros tiempos de los Redonditos, los recitales eran espectáculos visuales donde la puesta en escena era primordial. Había payasos, anunciadores, chicas ligeras de ropas (Monona y María Isabel), anunciadores, una imitadora de Carmen Miranda (Cecilia "Solita") y hasta gallinas sueltas. "De toda esa barra de La Plata que comenzó con esto, hubo algunos más testarudos que otros", ha dicho Poli. "Los cómicos, las chicas, los anunciadores... en fin, todos ellos fueron quedando en el camino, tal vez por mantener a través de los años una producción independiente. Y también porque el público se empezó a poner más inquieto durante los baches en que la banda no tocaba. La gente pedía que esos personajes dejaran la escena para que siguiera el rock'n roll".
También hubo en esos primeros años un incesante desfile de instrumentistas. Como baterista solía estar Migoya. Como guitarrista llegó a pasar por las filas ricoteras Gabriel "Conejo" Jolivet, futuro líder de Dulces 16.
ESPECIAL PARA LA REBELISTA
(por Jorge Senno)
Hace un año y medio atrás para las fiestas del 2000. Yo venía de una zapada en Luján en donde tengo un alumno y tenía que ir a una quinta en Matheu a pasar la Nochebuena con mis viejos. La cuestión es que había sido una velada gratísima de Blues y festejos, y luego me equivoqué al agarrar la ruta de vuelta. Cuando ya había pagado como 5 mangos de peaje y en franca dirección hacia la provincia de La Pampa llegué a la conclusión de que andábamos por cualquier lado.
El tema es que tenía que agarrar una ruta que pasa por Pilar y llega hasta Luján y casualmente es la Ruta provincial 25 pero no la del tema que habla de la Patagonia.
Pilar, territorio de barrios privados, Escobar zona de Countrys también y en el medio un lugar llamado Villa Rosa ultima parada de un ramal que sale de Retiro (algo parecido al Finisterre ricotero) todo mal. Sabía que si me agaraba esa barrera (ya era de noche) iba a terminar como Irma Jusid según Capusoto. Cuando estaba llegando a duras penas a través de una ruta destrozada, pum, cae la barrera. A mi derecha había una banda de unos 20 pibes en la puerta de un mercadito de coreanos golpeando un Fitito a modo de caja de ritmos y cantando a voz de cuello:
El futuro llegó hace rato
todo un palo, ya lo ves
veamoslo un poco con tus ojos
el futuro ya llegó. El otro día un amigo me decía que el público que sigue a los Redondos no entiende un carajo lo que dicen... Entonces le conté esta anécdota.
Jorge Senno
No voy en trenes
no tengo donde ir
algo me late, y no es mi corazón
como no sentirme así
si ese perro sigue allí
que podría ser peor, eso no me arregla El futuro llegó hace rato
todo un palo, ya lo ves llegó como vos no lo esperabas
el futuro ya llegó Señala el Indio Solari que recién debería hablarse de los definitivos Redonditos de Ricota a partir de su primer afincamiento en Buenos Aires. "A partir de ahí es cuando empieza a pasar algo. Antes éramos más como un grupo de amigos". La radicación en Capital Federal ocurrió alrededor de 1978. Antes el Indio volvió a Valeria, y Poli y Skay fueron al Chaco, a trabajar en la cosecha del poroto. Años nómades, sin duda. Según Solari, "nos hemos mudado infinidad de veces, hemos vivido alternativamente en el campo y en la ciudad, hemos sido tipos de abandonar departamentos enteros, con cosas adentro, que enseguida vienen los amigos y se las llevan, por el gusto de hacer experiencias significativas". De hecho, el desembarco en Buenos Aires fue bastante paulatino. Tras una primera y breve experiencia, entre 1979 y 1980 volvieron a mudarse a la costa atlántica (Skay y Poli en Mar del Plata, el Indio en su Valeria del Mar), en 1981 regresaron por un corto tiempo a La Plata, y recién para 1982 adoptaron la Capital como firme base de operaciones. Hacia 1979 el prestigio del grupo estaba creciendo y comenzaron a aparecer, en pequeñas revistas, las primeras menciones, los primeros comentarios. Fue en febrero de ese año, en la prestigiosa Expreso Imaginario, que el periodista Claudio Kleiman tuvo el privilegio de recoger las únicas declaraciones a la prensa que hiciera hasta hoy el mítico Patricio Rey. Decía allí: "La transferencia de la idea sólo es posible con la participación en el acontecimiento. Lo único útil para comprender es participar. Les aconsejo dejar su vocación periodística en las boleterías para perder la forma humana de la manera más adecuada". Los primeros ensayos del grupo en la ciudad de Buenos Aires tuvieron lugar en una vieja sala ubicada en la esquina de Callao y Rivadavia, pleno barrio de Congreso. Su primer recital porteño, allá por el '78, fue en Centro de Artes y Música (ex Periscopio) de la calle Cerrito al 200. Como de costumbre, el Doce repartió entre la concurrencia redonditos de ricota, aunque ahora bajo el alias del Sultán Mumificante, y también debutó formalmente el Ballet Ricotero, ensamble coreográfico femenino bajo vestuario del Mono Cohen. Los dueños del local vieron el show y sintieron que semejante carnaval era tal vez demasiado para esos años de miedo. Al enterarse Poli de que la segunda función sería suspendida, se parapetó en la puerta del local con un cartelón cruzado por la leyenda "Patricio Rey prohibido". A esta altura, mucho más que una manager, Poli se había convertido en la "ingeniera psíquica" de la banda, en la "hechicera", en la "9 mm", en la "public relations". Cuatro muchachos que editaban como podían una revista subte llamada La Ballena se acercaron solidarios a Poli y acabaron organizando un show reivindicativo en la sala Monserrat. ¿Los jóvenes? Jorge Dorio, Jorge Nacer, Gustavo Noya y Roberto Pettinato. Alrededor de la célula madre del grupo (Skay, el Indio, Poli) seguía orbitando un elenco variable. A veces regresaban los viejos amigos, como Veme, Fenton o el baterista Tzocneh (otro ex Cofradía), a veces la cosa se ponía rockera y tocaban Marcelo Puchi y León "el blusero", a veces subían actores como Robertino Granados o Betty Kauffman (con su parodia de "Cabaret"), y a veces incluso se sumaban invitados fugaces como el mismísimo Horacio Fontova, el guitarrista Pato, el bajista D'Aloisio o el baterista Diego Rodríguez, ex integrante en Francia de la agrupación Miguel Abuelo et Nada. Sala capitalina más frecuentada en esos tardíos años setenta: el teatro Margarita Xirgu de San Telmo. Temas que estrenaban por entonces: "Mejor no hablar de ciertas cosas" (después grabado por Sumo), "Quemá el cielo", "Rock del país", "Kriminal mambo", "Para Monona Blues" o "La vaca cubana". Si hubo un año en que los Redondos se establecieron en Buenos Aires, ese fue 1982. Por un lado, el Indio consiguió un trabajo estable en un Hogar de Niños. Por el otro, un pequeño sello independiente administrado por Marcelo Morano y Fernando Basabru les ofreció grabar un demo con vistas a un hipotético elepé. La grabación tuvo lugar en los estudios de la RCA. El disco nunca salió pero el demo ("Mariposa Pontiac", "Superlógico", "Nene, nena", "Pura suerte") sonó con insistencia y buena repercusión en varias radios, sobre todo en la vieja FM Del Plata. Eran los últimos años de la dictadura militar y un nuevo underground estaba despuntando. A su manera, los Redonditos se alinearon en esa escena. En sus shows de entonces, por ejemplo, solían subir como invitados Celeste Carballo, Daniel Melingo o las Bay Biscuits (Viviana Tellas, Fabiana Cantilo, Isabel de Sebastián). También con frecuencia el periodista Enrique Symns trepaba al escenario y lanzaba sus monólogos malditos y febriles. Entre aquellos que rodeaban al "trío que tira del sulky" hacia 1982 cabe mencionar a Alejandro Pensa (batería), al fiel Semilla Bucciarelli (bajo), a un futuro Los Twist como Gonzo Palacios (saxo), a un ex Nito Mestre y los Desconocidos como Rodolfo Gorosito (guitarra), y a su mujer Laura Hutton en coros. Mientras sonaba "Golpe de suerte", "Vamos las bandas", "Cua cua amén" y otros estrenos del momento, la ex compinche de aventuras de Miguel Abuelo, la bailarina y actriz Krisha Bodgan, encabezaba un extraño ballet donde también hacían de las suyas las hermanas Claudia y Marcia Schwartz (pintora). Tras el debut de esta nueva troupe en el teatro Bambalinas, el espectáculo recorrió el pub Zero y la Esquina del Sol. No llenaban estadios los Redonditos, pero su público era de una fidelidad conmovedora. "Ir a misa", en aquel ambiente rockero, quería decir ir a los recitales de Patricio Rey. "Solos y de noche" fue desde siempre uno de los lemas del Indio Solari. Esto quiere decir que al cantante de los Redondos nunca le terminaron de convencer los festivales ni tampoco los recitales a la luz del sol. Una vez, no obstante, Solari hizo una excepción por una noble causa. Se trató del festival Pan Caliente, celebrado para colaborar económicamente con la revista alternativa que dirigía Jorge Pistocchi. Corría 1982 y el festival sirvió doblemente para bienvenir a aquellos músicos que volvían del exilio (Nebbia, Abuelo) como para poner bajo la consideración de un público importante todas esas nuevas propuestas que venían gestándose casi en secreto, especialmente los por entonces ignotos Alejandro Lerner, Celeste Carballo, Los Abuelos de la Nada y los Redonditos de Ricota. Un año después, durante la campaña electoral previa al triunfo de Alfonsín, los Redondos participaron de un concierto colectivo en Parque Lezama, en apoyo a la candidatura a diputado "por los derechos humanos" de Augusto Conte (Democracia Cristiana), aunque esta vez fue Skay quien llevó la voz cantante por aquello del lema del Indio. Y un par de meses más tarde, ya consagrada ganadora la fórmula Alfonsín-Martínez, los Redonditos coparon el teatro Bambalinas. Era la noche del 9 de diciembre, víspera del regreso a la democracia. A pocos metros, en la Plaza de Mayo, Madres, Abuelas y otras organizaciones de derechos humanos preparaban sus pancartas y banderas. Esa noche, en San Telmo, tras los monólogos del Mufercho y de Symns, la bailarina Monona pisó las tablas toda vestida de militar, lentamente empezó a quitarse la ropa y terminó desnuda, enseñando un cuerpo todo pintado de oro.